La voz, espada de dos filos
la palabra, infinito látigo.
La voz que hiere
la palabra que desarma
y una búsqueda pertinaz
por los sótanos doblados
como troncos huecos
vacíos de certezas.
Condenados a elegir
sentenciados desde el origen
a beber de las preguntas,
una huída inevitable
este saberse prescindible
y, sin embargo, necesario.
Seguir la estela
de todos los finales.
3 comentarios:
Me gusta esta distinción entre la voz y la palabra. Entre el sonido y su contenido. Uno hiere otro desarma...en una ilógica, aunque cierta,realidad. Un camino de paradojas donde el ser frágil y prescindible se vuelve fuerte y necesario...en un siempre empezar, siguiendo "la estela de todos los finales". Magnífico, estos versos. Un abrazote.
Gracias, Tino, a veces me parece que no consigo decir en profundidad lo que atisbo, y observo, observo... Una frase en un editorial sobre política en boca de Sabater : "condenados a la libertad", me motivó a escribir este poema. No sé con qué estoy más insafisfecha si con los versos o con la suerte que nos toca vivir. Bss.
No deberías sentirte insatisfecha con los versos que, según tú "no consiguen decir en profundidad lo que atisbas", Mila. Tus versos trascienden y son libres para en todas las lecturas ser lo que quien los lee necesita.
Un beso enorme. Me gustan los finales en general, el tuyo particularmente me entusiasma.
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