sábado, 27 de octubre de 2012

A DESTIEMPO

Con el paso ligero avanzo entre las gentes.
Vamos hacia el mismo lugar:
"El banquete del hambre".
La mesa está servida. La fiesta comenzó.
Y llego tarde.
Me van dejando atrás,
y llego tarde.
No es mi destino otro.

Ocupan cada uno sus asientos.
No falta nadie. Nadie me extraña.
Todos cantan, celebran y levantan sus copas.

Llegué tarde a la cita.

Hay restos de manjares esparcidos,
y el vino se derrama sobre un mantel bordado.

Alguien entra y me indica la salida.

Y regreso en silencio por calles solitarias.

sábado, 20 de octubre de 2012

RITUAL

Un aroma humeante se expande por la casa.
Inicio el ritual:
escojo una camisa mal planchada,
me ajusto el cinturón,
y apuro con premura una taza de café.
Escucho las noticias.
Deja un regusto amargo el café muy cargado.
Y busco en los bolsillos
las llaves y el motivo de la lucha,
la razón de existir,
el precio de estar vivos.
¿Dónde aferrarnos?

Deja un regusto amargo el pan recién tostado
y el dolor de los otros.

Seguir, seguir tan solo,
caminar hacia un norte que apenas se vislumbra.
Seguir tan solo.
Seguir, sin más certeza
que el aliento del mundo.

lunes, 15 de octubre de 2012

Si no vuelves

Y que haré si no vuelves
que dilemas renacerán de sus cenizas
si desapareces
si dónde anidaba tu cuerpo
quedase sólo un haz de luz mortecina
si por dónde acampaban tus manos
le sucediera un enjambre
de huellas dactilares 
frías y desdibujadas

Y que haré si no vuelves
si la clandestina muerte
abraza tu corazón
oculta tu rostro
y deja en su lugar
una sombra deshilachada
un retazo de memoria en declive
la frágil frontera entre un naufragio
y una lengua de mar que apenas
roza mi espalda
y me desvela para siempre

sábado, 13 de octubre de 2012

FRENTE AL ESPEJO

Poso frente a ti
y me niegas tres veces.
Rompes en mil pedazos
aquella desnudez adolescente.
Mantienes la mirada
y me envuelvo en tus fríos,
y recubro mi piel
de una muerte más lenta.

Apenas te conmueves.

No es tu esencia fingir,
yo no te culpo.
Sellemos con un pacto la contienda:
acéptame cual soy, sin maquillaje,
y alcanzaré esa paz
que escapa al tiempo.

jueves, 11 de octubre de 2012

En esta soledad



                                                                                           Versos al camino natural del Guadiana.

En esta soledad tu paisaje cambia, 
muda el aire y los árboles 
se vuelven gigantes 
en esta batalla del otoño 
que avanza.

Soledad de grises que clama
en los reflejos de la corriente
donde el agua peregrina 
con un grito ausente de color, 
se escapa 
por los rincones de las orillas.

Y en esta soledad, tú  
te vuelves semblante
esperando lo mejor 
en la amabilidad
de los días por venir.


Otra versión en: 

http://wwwfaustinolobato52.blogspot.com.es/2012/09/y-en-esta-soledad.html

martes, 9 de octubre de 2012

Naturae barbacoa species plantarum


Sus pies colgaban como las jardineras de casa Amparo. Al vaivén de los silencios de la calle. Querían escapar de los botines de escarcha que ceñían sus dedos; dientes de león. Los cordones se deslizaban sobre un arcén cubierto de mala hierba biliosa, el glifosato comenzaba a aniquilarla. En breve se estremecerían, como las jardineras de casa Amparo cada septiembre. Los cordones reptarían entre las briznas, pretendiendo enraizarse con aquella tierra ámbar.

Bugainvilea (Bougainvillea Glabra)
Los papeles que tenía que rellenar estaban húmedos y olían como el ombligo de las tortugas. ¿Qué iba a saber una planta de rellenar formularios?
—Edad —y un conciso espacio en blanco—.
—¿De floración? —pensó—.

Debajo, un papel de copia de un verde apagado esperaba reproducir los trazos que intentaban las manos de megafilos. Imaginó aquella hoja verde separándose del original, anidando en su cuerpo, formándose en el tallo de su tronco humano.

Los mechones de su pelo se esfumaban en zarcillos de vid. Vibraban sobre una parra, tan insumisos y rizados como su pensamiento errático.

Ya había comenzado una fotosíntesis alimentada con los neones y las farolas; por riego el rocío que había acogido su piel y una lágrima martillo que caía esquivando sus dos rodillas.

Deseaba brotar.

Ojo de poeta (Thunbergia Alata)
Comenzaron a emanar gusanos de los dedos de los pies. Traté de ignorar lo que el hedor hacía evidente. Eran gusanos de diversos colores y distintas maniobras. Sentía sus andares y sus mordisquitos silentes como millares de rascadores de madera. Me reconfortaba ese balanceo, calmaba el picor que la arena producía en mis tobillos.

Los chasquidos del esqueleto producían unos espasmos que surgían del tuétano de mis huesos. Subían hasta la garganta, recorrían el mentón queriendo desprenderme de mi pellejo.

Antes acudieron bichos mayores: algunos portaban inmensas tenazas, otros dientes feroces que rasgaban los músculos. Los más benévolos lamían mis entrañas con una lengua de serpentina. Aquellas sí que eran cosquillas agradables.

Mis ojos, proteínas para las crisálidas, se vaciaron como dos globos de helio; emitiendo durante semanas un silbido efímero que se disipó una noche entre los cantos de los grillos. Aquello no me causó ningún daño, hacía bastante tiempo que todo se había vuelto oscuro.

—Las plantas tampoco pueden verte —idealicé—.

Chamedorea (Chamaedorea Elegans)
Ella no olvidaba que también estaba en el jardín, germinando cada pizca de tierra con sus pies, que se abrían paso entre rocas y greda. Su tallo cimentaba en el espacio, desplegando sus cloroplastos para sortear al sombreo. Se abría a cada estación para aprovechar sus recursos y se adaptaba a ellas.

Ahora que era una planta muchos detalles se le escapaban del conocimiento. Se había vuelto tarambana y rebelde como las agujas de las coníferas. Dedicaba sus ciclos a buscar la humedad de la tierra, a bañarse en la luz y broncearse de clorofila. Quería arraigar en él, pero ahora que era una planta sus deseos y su memoria dependían del riego; se tornaban yermos o húmedos en función de la lluvia.

Las yemas de sus caderas buscaban nuevos injertos. Anhelaba la luz, cada gota; que sus piernas llegaran a la tierra y rodearan su piel.

Ahora que era una planta no requería otros riegos, solo los de aquella tierra oscura cubierta de su sabor, de su presencia, necesitaba llegar a él. Las plantas olvidan tan fácilmente que en cualquier momento podría perder aquel recuerdo. Aún recordaba el aroma del café de la mañana.

—Ahora que soy una planta podría olvidarte —pensaron sus esporas—.


Romero (Rosmarinus officinalis)
Acercándose el alivio a la nieve de mis labios regresaron los grillos. Intentaban mofarse de mi suerte. Anidaron en mis tímpanos con su cri-cri desesperante. Nuevas especies saboreaban mis jugos, se alternaban en un orden preciso y pactado, parecían retirarse a un unísono —ahora te toca a ti—.

Distintos olores me acompañaban: los propios eran martillos pestilentes que ya formaban parte de mi esencia; los ajenos, de todo tipo de suertes, trataban de convertirse en abono e infiltrarse en la floración. Pensaba que los muertos no podíamos sentir el olor de la muerte, pero aquella tierra siempre había recogido los aromas de cada esencia, conmigo no iba a ser diferente.

Cuando llegaron bálsamos de rosas frías y tallos frescos los grillos dejaron de incordiar. Habitaron algunas raíces sobre mí: rodearon suavemente mis muslos y mi pecho. Acariciaron mi rostro. Besaron las heridas con su aloína. Me hicieron el amor.

Había llegado tu primavera.

Siempreviva (Helychrysum Bracteatum)
Las plantas son así, tienen vacíos los estantes y demasiadas telarañas en el pelo. Enraízan en tu vientre y beben de su serrín para hacerte el amor; te necesitan.

Cuando llegó a su tierra calmó su agonía durante un instante, se fundió en su calcio y bebió de sus minerales como un comensal más. No dejó sitio para otros parásitos. Engulló cada jirón de su ropa, cada célula de su piel. Se alimentó de su abono hasta integrarlo en su savia.

Las plantas son así. En ocasiones se esconden bajo la tierra, y los bulbos hibernan esperando otra ocasión más benévola. Otras veces se rinden ante la escasez de agua; y se secan.

Las plantas somos como la memoria, que intenta aferrarse a un espacio inexistente, a un espacio que se va difuminando en nuestros sueños, que se seca —como las hojas caducas— en el pensamiento de los estanques. Llegó mi otoño, hizo de mí un mordisco al aire.

Pero, ¿qué saben las plantas de pasión? ¿Qué sabemos las plantas de pasión?

Enouianto (Enkyanthus Campanulatus)
Un —Buenos días— acompaña a una cordialidad de barbacoa, un cariño mecánico de siete de la mañana.

No contesto. Lleno mi taza de café hasta que rebosa el platillo que la contiene. El hilillo forma un torrente que se precipita en el suelo de la cocina. Ella me mira. Me hago el idiota. Parezco idiota. Soy idiota.

Un cariño de barbacoa; una casa de amparo. Unos balcones con jardineras muertas.

Es difícil evitar que los muertos estemos muertos.

TAL VEZ LA TARDE...

Despierta, corazón.
Buenos los días que palpitan en ti.
Abro mis ojos,
rendidos a la luz y a la costumbre.
Despierta a la aventura de una mañana nueva.
¿Qué misterios traerá?
¿Se cumplirá el milagro?
Hay indicios de vida en el aire primero,
el ángel perezoso dormita a nuestro lado
y olvida su quehacer,
como ayer,
como siempre.
Nada ha cambiado.
No mudes tu latido,
nada ha cambiado.
Es preciso esperar.
Tal vez la tarde...
"Cartasia" incluida por Bubok en el programa de librerías. Gracias.

domingo, 7 de octubre de 2012

El rito iniciático de la crítica.



Después de contar los avatares del verano, un periodo largo, interminable para algunos, los tertulianos nos pusimos a confeccionar el calendario. Se tendrá un curso interesante.Entre otra cosas, estamos invitados a ir al programa de radio de Canal Extremadura “El sol sale por el oeste” para hablar de la Tertulia Página 72.
En este conversar del inicio se felicitó algunos de los tertulianos, entre ellos a Trinidad Rodenas por su premio de poesía en Alcalá de Henares; a María Blázquez que nos trajo su novela, Primer premio del II Certamen Internacional de Novela Corta “Giralda” de  la Asociación Itimad de Sevilla. Nos regaló varios libros. A  Placido por  su poemario Este lugar al sol, presentado a las Becas de la creación de la Junta de Extremadura.

Una vez terminada esta extensa primera parte pasamos al nudo de la tertulia el comentario de la novela de Miguel Angel Navarro, Cartasia. Primero Miguel Ángel nos presentó cómo había surgido su obra, una semana antes de las vacaciones y de cómo se puso manos a la obra alentado por su mujer y algunos amigos. Nos comentó aquello que empezó siendo un entretenimiento se convirtió en un obligado trabajo de cinco horas diarias: dos por la mañana, dos por  la tarde, y una por la noche. Se volvió obsesivo el hecho de crear situaciones y sintió que el personaje estaba tan en él que necesitaba descansar mentalmente. Nos comentó que el 8 de septiembre cerró la novela corta. Cien páginas de las que se sentía contento.

Presentada la obra, por el autor, los tertulianos nos dispusimos a comentar el trabajo esta vez con la dificultad de que era un trabajo cerrado y publicado. Hubo comentarios muy sesudos y técnicos pero eso sí, todos hechos desde el respeto y el cariño, a los que Miguel Ángel intentó responder. La prueba de Miguel Ángel es la de ser un escritor que se inicia. Y este encuentro, el de la tertulia, suponía rito iniciático donde los comentaristas no dejaron de apurar sus observaciones, todas ellas interesantes y respetuosas aunque algunas pudieran parecerles crueles.
En Miguel Ángel se ha visto MUCHA MADERA DE ESCRITOR que nos dará grandes sorpresas en el futuro. Creo que él sabe apreciar lo que se le ha indicado. Los comentarios directos están en la línea de aquel dicho que decía: “Tenga el autor a bien considerar que si el docto critica malo pero si el necio alaba peor”. No somos ni doctos ni necios pero si expertos en esto de crecer desde la dureza de las críticas y esto fue lo que se le transmitió a nuestro compañero. A pesar de todo la novela, Cartasia, está ahí y merece seguir sometiéndola al comentario crítico después de disfrutar de lo bueno que tiene.
Lo mejor de todo es que Miguel Ángel, este hombre que además de ser un apasionado por la literatura, es la bondad andando, se fue a casa con el convencimiento de crecer en esta lid que es la de ordenar palabras y expresiones para comunicar mejor las historias y vehicular los sentimientos. Enhorabuena porque haber tenido el valor de meterse en esta aventura de escribir, muchas veces arriesgada. Ánimo, la aventura no ha hecho más que comenzar y, aunque escribir requiere soledad,  somos muchos los solitarios que estamos en este barco.

Iniciando el curso

Momentos de la tertulia inicial de este curso



Miguel Angel, esperando los comentarios de Cartasia, su novela. Manuel con su bromas; Sito reflexivo.


Sito manteniendo el tono muscular; Mila repartiendo amabilidad;Pepe nos visitaba y por lo que se ve se sitió a gusto. 


María Blázquez, sensata y atenta. Menudo sacrificio el suyo y el de Pepe, su marido viniendo desde Zafra. Esto es amor a la literatura y a los compañeros. Trini siempre con esa sonrisa y esa mirada profunda. Juan Antonio, su segundo o tercer encuentro. Debe sentirse bien cuando repite.


Mamen Alegre, siempre haciendo honor a su apellido; Jose Manuel Vivas al que tendremos que felicitar por algunas cuestiones que no tardarán en llegar; nuestro Antonio Castro siempre ahí, sin fallar, sabiendo estar.


Y en esta esquina, con esa calva lustrada, el que escribe, atento a las aseveraciones de Mamen y al dialogo de Antonio Castro.

Miguel Angel, este hombre apasionado por las letras, la bondad andando, en uno de sus momentos de la tertulia. Explicaba los motivos por los que escribió la novela. 

 Plácido no está,  llegó después de que las fotos se hicieran. Tampoco aparecen Jose Enrique, Manuel Salitre y Daniel. No aparecen pero sí estaban.