domingo, 10 de julio de 2016

NADIE, la nueva novela de María Blázquez.



Este próximo miércoles, 13 de julio, a las 20,45 h se presenta en Zafra, la última creación de nuestra tertuliana María Blázquez.

                                  NADIE

El lugar:  Centro cultural segedano, C/ Huelva nº13 

En el acto intervendrán:

María Blázquez, autora del libro
Juan Tomás Rayego, presentador


              María Blázquez ha escrito una historia para quienes, atrapados en una  realidad, reconocen su derecho a reinventarse, descubren que se puede elegir y dibujan una vida propia.

              Nadie es el relato de un ser humano, de cualquiera de nosotros; una novela sobre sentimientos rabiosos y valientes, un camino hacia las verdades que tememos pero aceptamos, porque nos recuerdan que nuestra existencia tiene sentido por sí misma, que siempre lo ha tenido.



COMO SUCEDEN LOS ÁRBOLES, de Maribel Tena

         
 Como suceden los árboles, último poemario de la escritora Maribel Tena, mi compañera y amiga. El título, corresponde a los versos de una de las estrofas finales del poema de contraportada: Si sucedemos/ como suceden los árbolesEste sintetiza lo que el libro desarrolla.

               El poemario, editado por La Penúltima-editorial, vio la luz este mayo de 2016 y en la ciudad de Valladolid. Estas notas de crédito son significativas ya que  contextualizan formalmente el poemario de Maribel Tena en plena primavera y en la ciudad del mejor castellano hablado, Por otro lado, hay que resaltar de esta edición su cuidada manera de envolver los versos de esta poeta villanovense  que siempre nos sorprende.

               El poemario consta de tres partes definidas que van desarrollando este suceder de los árboles, 1) Raíces verticales (pág., 9); 2) El perímetro del incendio (pág. 31); 3) Aspiración del fruto (pág. 51).  En la primera parte los versos nos hablan de la realidad más próxima, esa que está en el propio crecimiento de nuestro ser y fundamenta lo que somos, un permanente despertar que se hace lección;  en la siguiente, los poemas cobran una gran intensidad al desarrollar esa meseta de lo cotidiano donde vivir se convierte en una necesidad solemneque nos devuelve contraluces  habitando lugares insólitos y sin dejar de domesticar nuestra existencia; y en la última, los versos se hacen puntos de reflexión que nos llevan a los anhelos universales que no dejan de ser voces vivas que empujan al valiente seguir yadentrarse sin resistencia alguna.


               Para acercarnos a este poemario, y con todos mis respetos a su autora, seguiré un método de análisis que permmita ver cómo es la arquitectura literaria e intencional del autor.Este métodoconsiste en leer los primeros y los últimos versos de cada una de las partes observando su complementariedad y coherencia. Hay que decir, sin ambages, que el poemario, éste en concreto, tiene una arquitectura literaria impecable y sugerente, y que -independientemente de análisis- merece la pena leer dejándose llevar por sus versos.  

               En la primera parteRaíces verticales, los primeros versos son el cimiento perfecto de todo lo que se desarrollará después, diciendo así: Al pasado siempre le sobrevive/la memoria del pasado.  A esos versos le unimos los versos finales para descubrir cómo estos complementan el meta-relato: Bien valen algunas canas/ lo que aprendí de tantos viajes/ un territorio que nunca era yo misma. / No quiero más tiempo que este. / Sea.

               Esta parte nos lleva a combinar el pasado y el futuro sin perder de vista la realidad del presente. En los versos de este capítulo hay mucha coherencia argumental, una reflexión que aborda ese arrasar de la gravedad y la desmesura de mirar aquello que uno fue y  que sin remedio mantiene lo que se es.  En esta primera, el yo literario tiene la capacidad de hacernos mirar, al lector, desde los ojos migrantes de la grulla “movida tan solo por la fuerza de la costumbre”. La costumbre, la bendita costumbre que nos mantiene en el norte de unos abrazos, de lo cercano, provocando ese escaso idioma: // cada abrazo prende la mecha/ de un pequeño verbo incendiado.

               En la segunda parte, El perímetro del incendio, y siguiendo el esquema de análisis propuesto se observa que comienza con una estrofa de cinco versos que habla de viajes: Nadie debería marcharse/antes de haberse convertido sus manos/ en este quebradizo pergamino/ bajo el que se lee/ el mapa de nuestra sangre. Y es en este mapa, que marca la orografía de nuestra sensibilidad, donde se entroncan los versos de un poema final con  notas de protesta y reivindicación y donde  lo cotidiano, como el comer, se convierten en puntos de inflexión que nos retrotrae “al rumor trágico de otros mundos/ que están en este”; “a los niños ahogados en el vino medio caro que hemos elegido”; a la adolescente/ “que lucha contra el frio con un fino plástico”… Es imposible no releer, una y otra vez este nudo de la obra, esta meditación que no pretende nada más que acercarnos a lo que somos y a donde estamos.

               La tercera y última parte, Aspiración del fruto, nos deja con ganas de más versos de este tipo, con ansias de morder más fruto de esta categoría. Se inicia con un poema titulado MAYO, con unos versos que sintetizan todo lo anteriormente contado: Demos por comenzada/ la época en que se oye a las flores abrirse/ en su aspiración de fruto.  Unos versos reveladores que nos enfrenta al ideal de lo que, como humanos, tendríamos que ser. De esta forma, los versos finales de esta última parte arrancan en cada una de las estrofas, a modo de canon, con verbos en imperativo, así: inaugura…, abre…, colma…, respira. Porque es así, si queremos mantenernos en la primavera de lo existencial tendríamos que estar inaugurando, abriendo, colmando y despacio, muy despacio, respirando y “penetrados por el misterio…” Un misterio, este,  en el  que el yo literario confiesa creer y que es el de todo aquello/ sobre el que se posan mis ojos- dice.




               Se agradecen libros como este, en tiempos revueltos como el nuestro. Un magnífico poemario de Maribel Tena, al que hay que acercarse porque en él hay esas recomendaciones valientes, como estas- con tonos  heideggerianos-, de no nombrar el ser para evitar que desaparezca: Tantas veces/ lo que está en el aire,/ lo que ha empezado a amarse sin remedio,/deja de pertenecernos si se nombra.

La solemnidad de lo sencillo. Festival Vitruvio de poesía.




Hace unos días Pablo Méndez, de la editorial Vitruvio, me invitó a participar en Madrid en el Festival que esta editorial organiza todos los años. El encuentro ha sido el día 1 , primer viernes del mes de julio, a las seis de la tarde. Madrid ardía como una olla a presión. El calor sofocante hacía mas ruidosa la tierra de los parterres de El Retiro, que es donde este Festival Vitruvio se ha celebrado.

La acogida sencilla, diría parca, escueta, lo suficiente como para saber donde estabas. Por mi parte deseaba encontrarme con viejos amigos, conocidos poetas con los que he compartido foros poéticos. Estos eran Julián Borao y Carlos Guerrero. Magníficos poetas a los que admiro y sigo en sus avatares poéticos.

El festival consistíó en un recital. Cada uno de los poetas, de los que había publicado en Vitruvio este año, recitaban un poema. Se podía consumir dos minutos máximo. Hay que reconocer que algunos/as, ademas de tener muy buenos poemas, recitaron magníficamente. Entre todos los poemas, los  que más me emocionaron fueron los que recitaron  mis amigos, Carlos y Julián; me llegaron al alma. Emocionantes versos llenos de ironía y de desamor cotidiano.

Se terminó con una, a modo de, cena en uno de losbaretos del parque, justo mirando el estanque central y casi con el alivio de una sombra de toldo. Preciosa vista que dejó de serla cuando las conversaciones se iniciaron y el encuentro, esta vez sí, solemne comenzaba a tomas forma. Me tocó por suerte, siempre es una suerte, con dos poetas y sus respectivas parejas: Maximiano y Cristina. Obvio el apellido y el nombre de las parejas no por maldad ni prisa sino porque en este momento no me acuerdo.
Cuando terminó este aperitiveo en El Retiro nos fuimos a un rincón del Parque en plan de bromas para terminar  después yéndonos a tomar una copa a un bar de Saez de Baranda. El cansancio del día hizo que el paseo me resultara lastimoso aunque-paradójicamente-era agradable al ir caminando con Carlos Guerrero. Este poeta, una mejor persona, es una gozada, una chispa andaluza en todo momento. Buen conversador este poeta malagueño que vive más en Cádiz que en la Costa del Sol.

La noche no tuvo más sobresalto que el de no acordarme de la calle donde estaba el hotel mientras me montaba en el taxi que tomé a la vuelta. Se arregló porque la plaza cercana al habitáculo era conocida: Manuel Becerra.

En estos momentos , mientras escribo este relatorio, me ha llegado por mensaje de facebook la noticia de que uno de los poetas participantes, Manuel Zunzarren ha fallecido a consecuencia de un accidente de tráfico. Me ha impactado la noticia. El poemario de Maniuel fue uno de los que conseguí coger de la mesa "de gratis" que la editorial había preparado. Vaya desde aquí mi más sentido pésame para su familia y para todos los que lo conocieron, especialmente para Pablo Méndez de Vitruvio.

Termino este relato agradeciendo a Pablo y a su equipo el haberme invitado a este encuentro y por darme la oportunidad de estar, aunque fuera un rato, con algunos amigos. Gracias.

A la mañana siguiente me encontré con otro poeta Alfonso Brezmes, pero esto merece otro posteo. Y por supuesto merece también hablar de mi primera experiencia en Blblacar....

Purificación, sosiego y vitalidad en El nombre secreto del agua.

Dejo en este espacio de Página 72, el texto completo de Victor Bermúdez, o mejor dicho las notas de lo que fue la presentación del poemario El nombre secreto del agua, en la sede de la UNED de Mérida. Una presentación con tintes filosóficos que, además de agradarme, me reconforta. La presentación de Victor reseña perfectamente este poemario dado que todo él está insertado, estéticamente, en un contexto filosófico. La mayoría de los aspectos que toca en esta disertación-reseña tocan el corazón de la obra, El nombre secreto del aguaVuelvo a darle las gracias a Victor Bermudez, mi amigo y compañero, por esta magistral presentación. 



"Es un honor para mi presentar este poemario de Tino Lobato, editado por la prestigiosa editorial Vitruvio, en esta insigne y siempre acogedora casa, que es la sede de la UNED en Mérida. Gracias a Irene Mañas, su directora... por su siempre generosa disposición... y a Paco Molina, profesor de esta casa, por sus gestiones....


Dios y misticismo.

Decía Jerzy Grotowski, un famoso gurú del teatro de vanguardia del siglo pasado, que el artista no debe actuar, escribir, pintar... para el público (esto le convierte en un artista fatuo, frívolo), pero tampoco para sí mismo (esto le hará ensimismado, neurótico...). ¿Entonces? (preguntará alarmado cualquier hombre moderno de los que hay en la sala). Si fuera creyente, decía Grotowski, diría que para Dios, como soy ateo (y moderno), decía Grotowski, no sabría cómo decirlo... Pero no es tan difícil decirlo. Actuar, escribir, pintar para “Dios” es hacerlo mirando hacia un cierto ideal de perfección que no puede estar ni en la imperfección del mundo ni en la nuestra."

Esto no es nada nuevo. Ya los griegos pensaban que la inspiración era una suerte de locura o posesión divina. El sustantivo entusiasmo procede del griego ἐνθουσιασμός que viene a significar etimológicamente algo así como 'rapto divino' o 'posesión . Pero en la modernidad, esta posesión se vive como negatividad, como ausencia, como desesperación, silencio, o como una especie de inmanentismo mágico y “presocrático”... Aunque ni siquiera este “enthousiasmós” moderno es nuevo...

“Neti, neti”... decían invariablemente los viejos brahamanes a sus discípulos: “no es eso”, “no es eso”... Nada de lo de este mundo, nada que puedas decir se corresponde con aquello que buscamos ser y representar... Es otra cosa siempre la perfección, aquello a lo que dirigimos nuestros deseos, rezos, versos o besos...

El deseo es una pregunta cuya respuesta nadie sabe... una hora cuya rama no existe”, decía, de nuevo más modernamente, " Cernuda.

Esta teología negativa de Dios, que lo identifica como lo que no se deja identificar con nada, y lo dice como lo que no se deja decir... es la que corresponde al espíritu moderno, es lo mejor que puede hacer este espíritu, después de haber matado a Dios, y a la Razón, para quedarse con esas formas negativas suyas, que son la nada (lo que no es nada concreto) y lo inefable: lo que no se puede nombrar pero es, a la vez, lo que – como nombra Heidegger – se oculta, secreto, en todo nombre, como alude nuestro poeta en el título de su libro...

A ese innombrable Dios, (parece hablarle) le habla nuestro poeta cuando dice todo lo que dice (cuando dice (abran el libro por) la pág. 26:

Cómo romper mi ansia de vivir
en la bóveda de lo improbable,
saber de tu voz,
dejar que tu abrazo me bañe
hasta la última coma de mi cuerpo




¿Quién es esa voz? ¿La voz secreta del agua?  Pero será un agua divina, como la de Tales de Mileto, que nos mueve al ansia de sacar la cabeza del agua (o meterla hasta el fondo) hasta esa bóveda de lo improbable...

Tino Lobato se desnuda, como debe hacer todo artista – volvería a decirnos Grotowski-- , se desnuda, nos sale al camino, y nos invita a bañarnos con él, paralelamente a él, en él, más allá de él,  en la corriente del verso de este nuevo poemario-río...

“El agua fluye, y me siento río, guardián de la memoria, del mar y de las islas”

El poeta nos llama (en todos los sentido de la palabra llama) a sumergirnos, místicamente (la inmersión es un “vuelo a la inversa”, nietzscheano, dionisíaco, presocrático) en ese viaje secreto del agua. Pero, a la vez, es un viaje, dice el poeta, hacia un cauce o mar de nubes, esa bóveda de lo improbable, donde está el sol, dueño de sus apenas nombrables retazos o reflejos...

Yo diría, así, que el río de este libro va haciéndose entre las dos orillas de lo místico... Entre esa teología positiva del misticismo heracliteano que conduce a Platón y la luz (la dialéctica-río que reconoce a la razón común como medida y a Dios como la unión de los contrarios – lo real y sus sombras--), y el misticismo invertido de Nietzsche, absoluta teología negativa, que nombra a Dios auyentando todo nombre y se consagra a el en la celebración de lo diverso, lo profano, lo “absolutamente superficial”...

Entre estas dos orillas, en remolino y en paralelo, están el poeta, su vida, su poemas, y sus lectores...

Si la experiencia poética (o estética, en general) pudiera describirse como una especie de inmersión o baño emocional en el que el lector y el texto (el bañista y el agua) se descubren como lo mismo (tal como en la experiencia científica descubrimos, también, la identidad entre pensamiento y realidad) este libro les dará a ustedes un buen baño, con todos los efectos asociables al baño: purificación, sosiego, vitalidad....



Hablamos de purificación en un sentido intelectual... Hay una cierta purificación en la dialéctica. Purificación de errores. Toda creencia en algo es errónea. La dialéctica verdadera no te deja caer en la más mínima verdad...

La dialéctica se hace, en la obra de Lobato,  un remolino alrededor de esas piedras con memoria que son sus versos...

“el misterio de la danza en la sangre del poema”

Dialéctica y anti-dialéctica, diálogo y danza, Heráclito/Platón, Nietzsche/cualquier otro...
Dios como presencia siempre ausente y Dios como ausencia siempre presente...
La unidad de lo diferente, y la diferencias en lo uno...
La mismidad de lo variable, y la variabilidad de lo mismo...
La forma de la materia, y la materia pluriforme...
El decir lo indecible, y lo indecible del decir...
El nombre del río, y el río de cada nombre...

“Todo fluye / contrapunto de las palabras / que quieren describir el cauce del agua / en esta inmensidad de la Tierra”

De un lado, la realidad, cambiante, metamórfica como el río de Heráclito, realidad que no admite nombres que la fijen o represen... (ten); cada vez que lanzamos las redes del lenguaje al río de lo real, salen vacías...

Cómo poner nombre a los trozos de sol
pegados a cada instante (pag 42)

Pero, a la vez, esta fluencia o confluencia es, es algo, es río, es ley de agua, es hidrológica: nunca cambia que todo cambie, la materia, el agua, no es más que fórmula, nombre transparente al logos, pura y única luz...

“Cada día estreno luz en el borde / de las márgenes (…) sueño con la fuerza que desvela / el calor del paraíso”

No es ningún secreto que el nombre del agua y lo que corre debajo, lo que llueve, empapa y deshace a los nombres (y a los hombres), nombre y agua, nombre de agua y agua sin nombre, son el alfa y el omega (o uno de sus nombres) del pensamiento, de la reflexión, esa forma esplendorosa de vivir (pero por esplendorosa, también poblada de sombras) sin la que, como decía Sócrates, la vida no merece la pena.

Esta dialéctica-río, purifica porque habita, inunda, mueve al que se sumerge en ella y se siente:

Agua entre tierra y fuego, lucha de contrarios (pg.40)

Agua con que ablandar y moldear el barro de la tierra, agua movida por la gravedad, pero también, en ratos sublimes, por el aire que separa y acaricia las cosas, y hacia la luz que acaso las quema y comprende...  

Estoy ahí, ante este universo que cambia
bajo ese nudo del aire que limita las orillas
de los ojos.

También el alma es a la vez río y nombre, fluido y luz,

“Piel de la bruma, bendición del fuego”

un río serpenteante

“que busca el equilibrio en estas curvas
del verso..”

entre la tierra y el aire

“caudal que arrastra la memoria de las piedras y refleja el alma de las nubes”



El baño, el agua, también produce sosiego. Melancolía.

Otro efecto de la inmersión en la obra de Tino es... como el que típicamente tiene uno al mirar la corrientes de un río, o el caer de la lluvia... Un sosiego melancólico. Triste, sereno. Liberador.

Por qué este deseo de darle nombre a la nada
imaginando abrazos en la utopía. Por qué.

Al fin, es...

imposible detener esta corriente que arrastra la luz
hacia aquel horizonte de aguas (32)

Vivir es...

un sendero blando que marca el tiempo / en el cansancio de las márgenes

Porque yo.... (dice el poeta, podemos decir todos...)

No tengo más que el ímpetu del aire,
torbellino que estrena la magia de las tormentas,
más allá del temor. Un presente con alas
que desvela el revés del Paraíso
en la página cero. 47

Y que recuerda aquel verso sublime de Cernuda:

Cuando la muerte quiera

una verdad quitar de entre mis manos,
las hallará vacías, como en la adolescencia,
ardientes de deseo, tendidas hacia el aire.

Tanta melancolía provoca el deseo de disolverse en esa corriente,

“en este ronronear del agua, desaparezco..”

en la paz absoluta, esconderse en el silencio (“me escondo en el silencio”), volver a la tierra, “donde habite el olvido”, en  

“un tiempo sin encuentros que habla / de abrazos que no fueron; del silencio / de la creación; de una tierra que me invade”... “otros paisajes, sin héroes ni princesas / en este fluir de agua y amapolas”... Quiero regresar al lugar del sueño, / sin alas... 62


Vitalidad...

Pero no todo es melancolía. También, y al fin, la experiencia del baño, de la inmersión estética, es vivificante. El poeta encuentra ese contrapunto, de nuevo dialéctico, a la melancolía, en dos elementos: en los otros, y en el arte.

En los otros, alrededor de los otros, se articulan alguno de los más hermosos poemas del libro. El primero...

Nunca, como ahora...
Nunca sentí el vértigo de las miradas que me afirman
y nombran en el caudal de otras orillas.

Más adelante:

Cómo olvidar  
esa multitud de miradas que invaden mi alma,
como un rumor de mareas 42

El otro es:

Eco que refleja mi orilla con ansía de paraíso

Así que.

Por qué no declarar el sustantivo
del amor que me sorprende

El otro contrapunto de la melancolía es el arte...

la vida que arranca
trozos de cielo al atravesar los límites del agua (35).

…Como rocas que sobresalen...

Una roca en la ribera, atalaya
que contempla el sueño de las cañas

Una roca, un verso... Los cantos rodados que son las estrofas...

las estrofas, cantos rodados, se pegan
al ser del verbo, con el anhelo
de darle nombre al agua (poema final)

Pero el ser, piensa el autor, es más bien verbo, corriente, río...

Y la corriente del verbo y la piedra de las estrofas
fíjense que remolino forman.

Ese remolino,
que no deja de moverse, ni de ser el mismo siempre,
dando vuelta a sí y lo que lo rodea,
y que a veces se hunde en un agujero melancólico
y otras asciende en espiral de vapor hacia los otros y la luz
eso somos...

Y ese es este libro río de Tino Lobato.

Dense en él un baño de realidad,
en el sentido más dialéctico, melancólico y vivo de la palabra realidad...


 Víctor Bermúdez
El nombre secreto del agua.

Mérida, 13 de junio