martes, 29 de diciembre de 2015

Versos de la piedra y del agua. La presencia de Celso.

             

          El día 11 de diciembre, entre las dos y media y las tres del mediodía, llegaban algunos tertulianos al restaurante Hora 25, lugar de la cita, ya casi habitual por Navidad. A esta comida estaba invitada la mujer de nuestro querido tertuliano Celso, que desde donde esté creo que se alegraba del evento. La tertulia de este día giraba en torno a su obra: “Poemas del agua y de la piedra”.

               La comida, con ausencias notables y justificadas, transcurrió entre bromas y chascarrillos, entre otros de José Enrique Campillo, el día que falte la fiesta no será igual. Cómo no, junto a Jose Enrique no faltó la broma-broma de Antonio Castro. El golpe fuerte del almuerzo, además de las raciones, siempre   magníficas y bien servidas, fue la entrega de regalos del “amigo invisible”. Aunque la cuantía indicada es de poco dinero, al final terminan siendo unos regalos estupendos que superan el valor de lo prescrito. Maravilloso momento de bromas y risas que mostraba la humanidad de los tertulianos y la calidad de las personas que allí se encontraban: Patro y Fernando salieron de su formalidad para mostrarnos el mejor humor; Mila Ortega desde su cordura nos dejó ver su bis cómica y entretenida; la seriedad de Dani Villa se rompió con tanta risa y no digamos la de Jose Manuel Sito que bromeó como el que más; y junto a estos no pararon de reír Mamen Alegre, la recién llegada Cari Jimenez, Juan Antonio Rincón, que estaba a gusto con la que fue su profesora de instituto, Nieves, la mujer de Celso. Al café se unió Pía Gragera, corresponsable  en el proyecto de edición del poemario de Celso. Estos momentos de entrañable alegría hacían más patente las ausencias. Bien saben los que no estuvieron que su  presencia estaba en la mente y en el afecto de todos.












               Después de este refrigerio, nos dirigimos al Ateneo, al lugar habitual de los encuentros. Allí nos encontramos con otros tertulianos, Jose Manuel Vivas, Antonio Maqueda, Pilar Mateos, Trinidad Ródenas y con los ponentes de la tarde, Manuel Lozano y Pía Gragera. Estos últimos, profesores de literatura en diferentes centros de la ciudad y que, de forma directa, habían hecho posible el poemario de Celso. Los dos, Pía y Manuel, aparecen en los créditos como responsables de la edición literaria. El trabajo de recopilación y de orden de los poemas, durante unos años, terminó con un resultado excelente, el poemario que lleva por título “Poemas del agua y de la piedra”.





              



 Manuel, profesor, como se ha indicado, en el IES Reino Aftasí  de Badajoz, donde Celso trabajó los últimos años de su vida, nos habló de las dificultades que tuvieron a la hora de recopilar los poemas en el intento de respetar la intencionalidad de Celso Rodríguez.



               En el poemario, ilustrando los versos, aparecen una serie de grabados que pertenecen a diferentes artistas, todos ellos profesores de artes plásticas del IES Reino Aftasí. En este libro, dijo Manuel Lozano, han colaborado veintidós personas. Desde la primera página hasta la última las ilustraciones se combinan con los poemas. Los responsables del diseño y la edición son, Lourdes Santos y el propio Manuel Lozano.
               Como bien dice Manuel, el poemario es un trabajo póstumo de algo que Celso venía trabajando antes de entrar en el proceso de su grave enfermedad. Lozano, nos comentó que  “los poemas, escritos a ordenador y guardados en una carpeta, se consideraron definitivos. Así,  aparecen en la obra con el nombre de su autor y la fecha; el resto, un grupo de poemas sin firmar y con  vacilaciones en su escritura, pensamos-comentó- que son borradores. De estos últimos, como muestra de su forma de trabajo, presentamos algunos en el anexo.” En realidad la confección de esta obra, y así lo indicó Manuel Lozano, ha mantenido un máximo respeto a los textos y al autor para dar a conocer lo que creemos hubiera hecho Celso.

               Nuestro comentarista y artífice del poemario nos habló del sentido del título indicándonos que este había sido  elegido empleando la expresión, Poemas del agua y de la piedra, que aparece entre los textos de los borradores, escrito en mayúsculas sin referirse a ningún poema concreto, por lo que se consideró que podría haber sido la propuesta del autor.
               El poemario se abra con unos versos dirigidos a su hija. Estos son presentados con la caligrafía de Celso y dicen así:

Léeme.
Cuando la vida te lleve sin
rumbo y sin horizonte;
cuando el dolor te cubra
o la alegría brote,
como un árbol tierno entre
tus manos.
Léeme,
pues cada vez que lo hagas
yo volveré a tu lado
y podré seguir amándote en
cada una de mis palabras.

               Estos entrañables versos, impresos en papel vegetal, están ilustrados con un dibujo del rostro de Celso creado por Carmen Reca.

               A la lectura de estos versos, le siguió la lectura de otros tantos poemas realizada por cada uno de los tertulianos allí presentes. Manuel Lozano fue cotejando cada uno de ellos con comentarios sencillos acercándonos a la intencionalidad del autor.

               Del poema Nombre comentó que nos sitúa ante la tradición literaria de la poesía española. Darle nombre a las cosas entronca, también, con el imaginario cabalístico que aparece en los primeros versos de la Torá, y Adán le puso nombre a las cosas. Los versos dicen así:

1 Bajo las raíces de la piedra, en la profunda matriz donde germina la sombra,
informe palpitaba tu nombre.

2 Para alcanzarlo, surqué los veneros que arrastran el rumor apagado de lluvias
antiguas, y escudriñé las incontables aristas del viento, buscando su latido.

3 Hoy, al fin, arranqué la piedra y recogí la tierna floración de su sonido.
Despunta tu nombre, amasijo de luz en la certeza de mis labios que lo conforman
 y te crean.

               El siguiente poema es un encuentro con la poesía, con el amor, con la palabra:

Anónimos senderos que un viento ciego diseñó con trazo inevitable.
Por ellos ascendimos, de la mano confusa de la niebla, hasta la cima de
 la palabra
Y en su extensión transparente fuimos penetrados por el asombro de la
presencia identificada
Conjunción de las bocas en la tierna plenitud de los sonidos, dulzura de
las sílabas amanecidas en su íntima cadencia, húmedos perfiles que acu-
naron los límites exactos del latido desbocado e insinuaron la velada in-
quietud de los silencios.
Envueltos en su cálida textura la palabra nos desvaneció distancias.

               Magníficos versos que nos revela la profundidad de Celso, una reflexión donde la palabra es la protagonista.

               El siguiente poema expresa este sentimiento por el “logos” de una forma más directa:
Pero aún recuerdo que,
bajo el asombro del primer encuentro,
las palabras surgieron de improviso como hoces
 y segaron el silencio.

Códigos que creí olvidados
abandonaron su entumecida quietud en el recodo de los labios
y poblaron gozosos en el aire mudas oquedades.

               El siguiente poema nos lleva al centro de lo urbano, de este sólo traigo a estas páginas la primera parte:

Regresas, como de costumbre,
en la hora incierta de la ciudad fatigada.

Pasan los últimos autobuses cargados de distancias humilladas, labios
horadados de piedra y miradas inmóviles que insinúan su dolor tras los
cristales empañados de noche.

Luces amarillentas aletean impotentes como mariposas deshojadas bajo la lluvia.

Recorres las avenidas que alargan su desasosiego en la incertidumbre de los tilos
entre la bruma. Cruzas la inhóspita dureza de las terrazas oculta bajo el deterioro de los geranios despoblados.

Palpas el agobio vertical de edificios sin horizonte, de balcones que soportan
la adherida humedad de viejas soledades, mientras el viento cuelga palabras 
caducadas en los perfiles estremecidos de las antenas.

               Al comentar este poema, Nieves, la mujer de Celso, presente en la tertulia nos comentó que Celso se retiraba a un monasterio en Quintanilla de las Viñas (Burgos), para terminar sus poemas. Al final, comenta, volvía con los mismos versos y con pocos arreglos. El tiempo se lo había pasado haciendo otros oficios que tenía más que ver con las relaciones sociales que con la literatura, aunque esta beba de la primera. Así, Celso terminaba repartiendo el pan con la panadera del lugar o tomando vinos en la taberna del pueblo.
               La costumbre de vivir en la “desacostumbre” era algo propio de nuestro poeta. Así, muchas veces podría encontrarse en algún lugar de copas o almorzando en un restaurante y terminar escribiendo en las servilletas de papel de la mesa.  En realidad, comenta Nieves, Celso tenía una forma generosa de perder el tiempo que le era muy propia. Y no era perder el tiempo sino encontrarse con los otros. Le encantaba estar fumando con otros compañeros por solo hecho de estar con ellos. Así lo expresan estos versos:

CIGARRILLO
El último cigarrillo
Retardar con un acopio de ternura el final obligado
El gesto ralentizado hasta quemar el momento placentero
En el lento aspirar  la lenta aspiración
Enciendes bajo la marquesina
El humo asciende en la quietud de la mañana
Con el temblor entrecortado de un pájaro recién amanecido

               O estos otros:

Ellos gritan, amontonan
voces y palabras sin límite
en el reducido local que considero tan mío.

Hay mañanas
en que el café me sabe a oleaje humano.

               El último verso, con esa metáfora del sabor como oleaje humano, revela esa intencionalidad generosa, el gusto amable, de estar al lado de los otros.
               Junto a su particular sentido de la cercanía se encuentra, también, su forma sensual de mirar las cosas. Los sentidos al cien por cien con el objetivo imperioso de apreciar la calidad de todo lo que le rodeaba. Así estos versos:

VOYEUR
Contemplé desde lejos
cómo él acariciaba
el esplendor estremecido
del cuerpo circundado por sus brazos;

cómo ella consentía, complaciente
la sonrisa de pétalo entreabierto,
al deseo enfebrecido.

Encharcó mis ojos
el agridulce sabor de la nostalgia,
y con ella me adentré en la noche.

               O estos otros:

Se nos secaron las palabras
como espigas abiertas
al aliento sofocante del verano.

Como semillas aplastadas,
se convirtieron en polvo amarillento.

               Celso era un hombre de tertulia. Le encantaba el encuentro con contertulios, como Torrente Ballester.  Y es en el bar  donde encontraba el mejor sito para ello. De esta manera surgen poemas como los que siguen:

BAR
Nuestra vieja mesa en sombra.

Desorientadas, las manos
buscan tu tacto.


BAR II
La prontitud de las manos
atravesó las esquinas que enmarcaban el silencio,

esbozó
entre la bruma suspicaz de las miradas extrañas,
de las sonrisas ajenas, disecadas en su torpeza mal fingida,
clandestinos pasadizos
hasta llegar a lo supremo del contacto.

Al margen de cualquier otro cuidado,
habité
la total permanencia del asombro.

               A Celso, un hombre singular en el sentido propio de la palabra, le encantaba levantarse unas horas antes que los demás y trastear o pasear- comenta su mujer. Una forma de despejar el alma y de estar atento a todo. Es probable que esta forma de hacer la quisiera expresar  a través de unos versos como estos que escribió sobre las plazas:
PLAZA MAYOR
Acumulaba
el umbrío rigor de las fachadas
la confusión de palomas en cohibido aleteo.

Las palabras,
agotado intento por remontar tu rastro,
enmarcaban su naufragio en aterida
finitud de piedra.

La plaza,
mano de soledad extendida.

               El poemario se cierra con unos versos donde la búsqueda y la espera se albergan en el silencio solemne de un asceta:

LA ORACIÓN DEL ASCETA
Te busco
en el silencio calcinado del yermo, donde la luz hierve
la dureza de la piedra;

más allá de la porfía del viento que traza su desasosiego
con huidiza caligrafía de dunas;

en la huella errátil de las tolvaneras que entretejen
en su seno lamentos de polvo arrebatado;

junto a las palmeras del agua, bajo los tiernos brotes que descifran
el sabor a dátil de tu cuello.

Por el desvelo de las noches sin tregua, te espero,
entumecidos los ojos de tanto buscar los extremos de la sombra
y no hallar sino la rutina de torpes amaneceres
que reabren la distancia
y fracturan la esperanza del encuentro.

               Todo el poemario es un símbolo que expresa las facetas de nuestro autor, la enseñanza, la literatura y el teatro. La versatilidad humana de nuestro autor se ve reflejada a lo largo de este libro. Un hombre que se adaptaba a todo- comentó Pía Grajera- y que especialmente apreciaba todo lo que era humano y con sentido de lo humano.
               A la lectura de los poemas le siguieron algunos comentarios de nuestros tertulianos en los que se reflejaba la dificultad de haber tenido poco tiempo para conocer a Celso y sin embargo fue lo suficiente para apreciar su humanidad. Los versos de este libro nos presentan a un hombre algo más que sensual un filósofo, un buscador de la palabra a veces oculta en los rincones más sencillos. El traza esa poética de los momentos que es complicada de expresar como refleja esos poemas, arriba citados, del bar/ bar II/ cigarrillo.
               Los tertúlianos concertábamos en subrayar  que estos versos de Celos, fáciles de leer  por la musicalidad de sus palabras, hay un registro humano, profundo, solemne, y sencillo a la vez. Con esta obra se nos presentaba a un hombre, a un poeta, a Celso que fue capaz de versificar el dolor, este dolor que sería su último e íntimo compañero:

DOLOR
Las palabras son arena entre los dientes.
Paladeamos su duro sabor consciente
mientras la carne se nos puebla de gritos erizados
y el dolor asciende por alambradas de escarcha.
Un ácido goteo desciende desde las pupilas
abarrotadas de noche, perforando el temblor del aire.
Por un momento, sin otro alijo que
cogidos de la mano de
nos disponemos a descender por escalones de ….
que
Pero un amanecer, como un tierno vagido impreciso de luz,
nos espera tras los cerros

DOLOR
Las palabras son arena entre los dientes y el dolor asciende por alambradas erizadas de gritos. Pero un amanecer, aún impreciso de luz, espera tras los cerros
Como un tierno vagido impreciso de luz aún


               Desde estas páginas gracias, una vez más, a Nieves por querer estar con nosotros e ilústranos con miles de anécdotas de nuestro-sioempre presente-tertuliano Celso Rodriguez, que evito recoger aquí para guardar el derecho de lo privado. Gracias a Manuel Lozano y a Pía Gragera por su trabajo este día compartido en la tertulia, la tercera del quinto año de existencia. Celso, nuestro querido Celso, una vez más, estuvo presente entre nosotros y de una forma real, como a él le hubiera gustado estar, presentándonos su creación: Poemas de la piedra y del agua.  



lunes, 21 de diciembre de 2015

Rescatando poemas de lluvia 2

Digo que  corro por no mojarme

pero es mentira.

Las palabras que pasean 
como hormigas por mi vientre
me ahogan y me vuelven incómoda,
extraña.

Y me miro de los pies al pecho
por si algún signo me delatara.

               El temblor es imperceptible
interno como un pasado oculto,
como las arterias de los ojos.

Y corro,
               y digo que corro por no mojarme.

Otra vez la lluvia
pidiéndome adentros,

como si yo pudiera entrar en mí
cada vez que ella me llueve.


                                                                                          Mamen Alegre

domingo, 13 de diciembre de 2015

Rescatando poemas de lluvia

Hay días que son de lluvia
y en ella te recreas.
Acabas de su mismo color
como si quisieras fundirte
y provocar equívocos
en aquellas palabras
que en algún tiempo
nos estallaron en la boca.
Siempre fueron caprichosas
las palabras que nos mojaron,
y el agua que te rodeaba
aquellos días.
La lluvia se ha convertido hoy
en un halo incoloro que me perturba
Por eso escribo,
y me detengo en lo que
haría si no colocara las sílabas
de esta forma tan dúctil,
tan semejante a la respiración
cuando dormimos y no sabemos
que la muerte se esconde
en un sueño y que la noche
se afila en el acento
de un ángel insuficiente.

martes, 17 de noviembre de 2015

El hecho de morir




Basta un estrépito brutal
para arrancarle palabras
al fondo de mis huesos.
Como un herido más
me arrastro y vierto
un camino en la grieta.

De repente puedo correr
continuar hasta el agotamiento
salir.

Es el hecho de morir
la única liberación
que me avergüenza.


                                              Mamen Alegre

martes, 10 de noviembre de 2015

Santorini, la utopía...



Recuerdo, cómo ardía Santorini en el puerto 
de tus labios. Cómo vibraba la isla entre tus muslos. 
Sin secretos, el aceite de las horas resbalaba, 
como luz, sobre el ecuador  de la carne.

Fluía la pasión en nuestra isla de sábanas 
con olor a siesta en el límite azul del sexo. 
Vértigo de la sangre en la playa del sueño.
Un templo de amor, sin ritos.

Santorini, memoria del tiempo detenido
en el roce de las manos por la cordillera
de tu espalda. Santorini. Se respiraba
el ácido temblor  de un rap urbano.

Nuestra isla de fuego, firme en la retina de tus ojos,
y en el centro del alma, donde te sigo alimentando.
Cuántas tardes de verano, acuarelas de te-quiero
susurrados a la sombra del agua.

Santorini, caligrama del deseo, raíz de una utopía, 
palabra mágica. Nuestro espacio amante,
donde los sueños se pronunciaban  sin palabras. 

Santorini, ahora lejana, sigue viva en el silencio

lunes, 9 de noviembre de 2015

Estado de sitio

Nada, mientras no estabas.

De las ondas solitarias del agua
nacen vacíos, hijos del silencio.
Del suelo despoblado
emerge la indolencia del que aguarda.

Nada, mientras no estabas.

Corazón foráneo

Me late un corazón foráneo
en los bordes de mis muñecas.

Noto su sangre avara recorrer
las yemas sin tacto
de mis dedos heridos de ti.

Dice de mí cuanto le apetece,
este tirano corazón
que invade mi pecho,
vive ahora junto al mío
sin estridencias,
como un parásito animal
que roba mi sístole y mi diástole
de continuo y calculando
el ritmo al que respira su sudor,
la sangre que necesita
para subsistir aquí,
en lo profundo.


Recuerda llevártelo cuando sobre
de nosotros
el amor y la poesía.


José Manuel Vivas.

Podando versos. Una tertulia con José Manuel Vivas.



Con puntualidad casi meridiana, la mitad de los tertulianos acudieron a la cita del día 6. Los que no asistieron, tenían sobrada justificación, por motivos graves de familia o  sencillamente compromisos familiares y por otros compromisos ineludibles, de última hora. Sea como sea,  las ausencias se hicieron notar desde el sentimiento sincero de querer ver a los amigos y amigas tertulianos.

Desde estas líneas mandamos nuestro apoyo a Juan Antonio y a su mujer por la gravedad de su familiar. Le deseamos una pronta recuperación. A los demás decirles que su lugar no lo ha sustituido nadie, les esperamos para la próxima tertulia del día 11 de diciembre. Por cierto, en esta tenemos la comida de Navidad. Más adelante concretaremos. Lo único claro es la hora de la tertulia,  las siete de la tarde. Se mantiene la hora de las siete de la tarde para quienes no puedan venir al almuerzo.
Comenzamos con el “Cajón de sastre”, con ese hablar de todo e informar de lo último. Así, se dijo que, para evitar el vacío de alguna tertulia en la que quienes intervienen no pudieran estar, se tuviera un plan B. Este sería, entre otras propuestas, el de comentar poemas de algún autor o autores que nos parezcan interesantes, por ejemplo: llevar cada uno un soneto de autores clásicos del siglo de oro y contemporáneos y, después de leerlos, comentar aquellos que dieran tiempo en el espacio de la tertulia. Esta alternativa es una de las propuestas, se espera que quienes no estuvieron sugieran otras que nos ayuden a seguir creciendo.

Nuestra María Blázquez anunció algunas cuestiones que, en breve, podrán ser publicadas en nuestro espacio. Todavía no están los permisos pertinentes.

Se apuntó que sería bueno  hacer el esfuerzo de mantener el blog de Página 72, publicando en él algunas de nuestras creaciones. Que cada uno, de vez en cuando,  establezca conexiones desde el enlace del blog propio. Hay muchos lectores de nuestro blog que les gusta ver lo que escribimos. En realidad, es un aporte, desde nuestro crecer particular, para quienes nos siguen.

Terminado este momento del Cajón de sastre, se pasó a la discusión del poemario de José Manuel Vivas, Mercado de abastos. Antes que intervinieran los tertulianos, José habló de este proceso de “arquitectura literaria” en el que se encuentra su obra. 




Aludiendo a las últimas correcciones y cambios, desarrolladas sobre el propio poemario, nuestro tertuliano comentó que el resultado es una tercera versión que hace de este poemario un libro algo diferente respecto de las dos versiones anteriores, que todos conocemos.  

Por otro lado, nuestro poeta explicó el concepto del título, Mercado de abastos, diciendo que se refiere a “ese lugar donde todo acontece: amor, vida, muerte y la soledad del ser humano.”  Este poemario promete. Verá la luz sobre marzo-abril. Con permiso de Jose Manuel, se han escogido algunos versos, de cada una de las tres partes del libro:

Me pregunto.
Porque seguirá lloviendo,
y no habrá mar que pueda
sostener tanta agua,
y llegará el final y el principio,
las sombras en las estanterías
de este almacén sin luz
de los hombres olvidados.
                              (Del capítulo primero)
Escucha la tenue voz de los galápagos
bajo el río, su cantar de agua,
el sonido hueco en sus corazas
de animales prehistóricos,
de lentos supervivientes. 

Así estamos tú y yo, a punto 
de extinguirnos siempre.  

                              (Del capítulo segundo)

Llegará un día que sea preciso
desalarlas, ofrecerlas 
a la venta en el mercado,
mostrar sus cuerpos secos,
sus sílabas escamosas;
que alguien desconocido
las adquiera y dejen de ser
palabras, estrofas, poemas,
libros encendidos de sal,
mercancías de papel
entre los sueños.

                              (Del capítulo tercero)



Los tertulianos, seguido a la intervención del poeta,  repasamos el contenido de cada uno de los capítulos. Comprobamos con gusto que el poemario ha ganado en calidad y que muchos de los poemas, de corte más íntimo, habían desparecido, según el poeta, para dar forma a otra idea de poemario. “Los poetas somos así de inquietos”-dijo.

En la revisión que se hizo, de casi cada uno de los poemas, se le indicó a nuestro autor aquellos versos y estrofas  que no emocionaban o que se perdían en descripciones prosaicas. La labor de poda, a modo de catarsis literaria, hacía su efecto positivo. La mayoría de los presentes, coincidíamos en el carácter que tienen estas sugerencias que para nada tienen que coartar la creación del autor. Nuestro poeta, con esa sencillez elegante que le caracteriza, fue recogiendo los apuntes de quienes hablábamos. 

En todo momento se recordó que  la intencionalidad de las intervenciones en la tertulia, sobre la creación de otro, era la de  ayudar y nunca la de empujar al autor a una nueva obra. Es cierto que en alguna tertulia  algunos no han escapado al consejo de un “espera y deja reposar este material y después de un tiempo vuelve a retomarlo”. La obra de Jose Manuel Vivas no era el caso.

Y así, entre el destacar de algunas estrofas y el suprimir otras del tan comentado Mercado de abastos, se terminó la tertulia. Finalizó con el deseo de volver encontrarnos desde la cordialidad y el buen hacer que siempre provoca un estar a gusto con los amigos. Sentimos que estos momentos,  tan entrañables, se lo perdieran quienes no estuvieron. A estos amig@s y tertulian@s les reiteramos nuestro deseo de volver a verles y compartir inquietudes literarias con ell@s y por supuesto con el deseo que las dificultades, que le hicieron no estar, se hayan superado, o se estén superando bien.


sábado, 7 de noviembre de 2015

El reencuentro. TERTULIA DE PÁGINA 72. curso 2015/16.



               El día 2 de octubre, volvimos a reunirnos algunos tertulianos de Página 72. Agradable y magnífico el reencuentro con los amigos, con los que durante, casi cinco años, hemos venido compartiendo el amor por la palabra escrita y el deseo de crecer desde ella.

               Esta vez, faltaron siete de nuestros tertulianos, todos por razones más que justificadas. Entre los que faltaron estaba Mamen  Alegre que tuvo que atender a su abuelo. Desde aquí deseamos su pronta recuperación. A todos los recordamos de manera entrañable.

               En esta primera tertulia hemos tenido la suerte  de conocer a los nuevos tertulianos: Caridad Jimenez y Antonio Maqueda.  Es una alegría ver su disposición a participar de pleno en esta aventura de la tertulia Página 72, cada vez más sólida. El interés de cada uno por saber emocionaba. Su presentación ocupó el primer tramo de este primer encuentro.

               En el segundo tramo teníamos que haber discutido sobre la obra de José Manuel Vivas, Mercado de abastos pero, dado que él no estaba presente, la asamblea de tertulianos determinó aplazar su estudio a una próxima reunión. 

               Se hizo el calendario para este año. En este se cuenta con las visitas: 

 -En el primer trimestre, de Manuel Lozano, coordinador de la edición del poemario de Celso:                         
                                              Poemas del agua y de la piedra. Editado por el IES Reino Aftasí

- En el segundo trimestre, con Alfonso Brézmes.

- En el tercer trimestre con el esperado encuentro de Pedro Piquero para hablar de Literatura oriental y en especial de su traducción y comentario a la obra: Shogobenzo. 

      Esperamos que este sea un buen año de encuentros y de crecimiento literario.

viernes, 4 de septiembre de 2015

Crecer con y desde los otros.




            

















Crecemos cuando estamos cerca de personas que tienen capacidad para mirar allí donde otros no son capaces de ver. Por eso doy las gracias a esos amigos que, de vez en cuando, me enseñan a crecer desde el silencio de la palabra escrita. Nunca me he sentido tan a gusto entre literatos y literaturas como cuando estoy con ellos en la, ya para cinco años, tertulia Página 72. Por esto mismo gracias: 





a Trinidad Rodenas  por ese mirar bajo la piel del agua. Con ella aprendí a emocionarme desde unos versos que me acercan a la orilla de otra luz.

Milagrosa Ortega, una mujer de un golpe, de mirada directa, de palabra segura y sonora.

Mamen Alegrela poesía tras la piel, la ternura andante, la elegancia de la palabra por decir.

a María Blázquez por ser una buscadora empedernida del vocablo oculto, desde la mirada de un pintor ciego contándonos crónica que hacen hablar a las gárgolas.

Pilar Mateos, por sus silencios que son más solemnes que las propias palabras, por sus palabras siempre sencillas que invitan al obsequioso silencio.

Patrocinio Sayago y a su marido, a Fernando, y a su hijo Ernesto. Gracias a ellos porque, de vez en cuando, nos traen la ilusión de querer seguir a pesar de las distancias.

a Jose Manuel Vivas    por ser ese amigo cercano donde los gestos superan a las palabras en un trayecto memorable de vidas.

a Manuel Romero Higes, siempre ahí, aunque ahora esté allí. Un sabio. Alguien que sorprende.  

a Antonio Castro Sánchez por ser como es, ecuánime, sincero, directo sin ambages. Un amigo y un hermano.

 a Plácido Ramírez , un poeta de la tierra, un soñador, la inquietud con “patas”.

Gracias a Jose Manuel Sito Lerate, otro poeta de raza, de los grandes, de los que están ahí en ese sueño del soneto bien construido.

a Manuel (Mansilla)Salitre por esa parte del no que no es más que rebeldía ante lo de siempre, por ser auténtico,por ser un tipo directo y legal donde los haya.

a Dani Villa,  por ese saber estar en esas vueltas que da la vida, por su esfuerzo de siempre querer aprender y por este motivo a enseñarnos esa parte de lo sencillo en el esfuerzo de cada día.

a Juan Antonio Rincón, siempre atento, siempre a la escucha, que sabe más de lo que habla.

a Juan Miguel, porque cuando viene nos deja su impronta de lo mejor aprendido.



A los recién integrados:
              Manuel Muñoz del Rey por sus aportes desde el saber escuchar.
             Jose Manuel Martín Portales por regalarnos su experiencia de escritor al servicio de todos 

a todos los que pasaron por nuestras vidas y siguen estando muy presentes:
          A Jose Enrique Campillo, un sabio de pies a cabeza, un señor, un hombre bueno, una palabra siempre a punto.
           A Miguel Angel Navarro, que nos dio su entusiasmo y que siempre tendrá su lugar entre nosotros.
          A Fran Ignacio Mendoza, que nos sigue y está presente.
          A Celso que duró entre nosotros lo que una enfermedad canalla le permitió estar.



Gracias a los que nos visitaron y durante dos horas nos dejaron lo mejor de ellos: 

       Manuel Pecellin, Ana María Castillo, Irene Sánchez Carrón, Jose María Cumbreño, Paco Espada, Rufino Feliz Morillón, Maribel tena García, Benedicte, Jose Manuel Diez, Ramón Perez Parejo, Jose Manuel Martin Portales

Gracias a todos los que nunca vinieron y no nos enteremos de cuanto nos podrían haber ayudado.

Gracias a los que vendrán.