A veces hablamos sin darnos cuenta que las palabras cobran vida en el sentir de quien nos escucha, otras nos dirigimos con medidos vocablos a quien solo nos oye o dejamos el discurso para aquellos que nos miran, sin oír ni escuchar lo que decimos, mientras, descaradamente, “navegan” en otro lugar. Por eso, mejor guardar silencio o reservar la conversación para “monos inteligentes”, que siempre los hay.
2 comentarios:
Es cierto... A veces descubres la mirada perdida de tu interlocutor y te sientes absurdo/a, después sería necesario analizar quien es más absurdo de los dos...
Un abrazo.
Así es María, esta realidad pertenece a nuestro cotidiano tan inmediato que no podemos desprendernos de ello. Son las obviedades que tenemos que admitir como admitimos tener dos manos. Un abrazo
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