miércoles, 2 de febrero de 2011

Una nueva vida

UNA NUEVA VIDA 

Acababa de romper con una relación absorbente y respiraba abriendo los pulmones al mundo. A partir de este momento se aficionó a viajar sola los fines de semana.
Carla cruzaba la diagonal de la plaza de Guadalupe. Los adoquines marcaban el ritmo de sus jóvenes pechos y sus pezones ,acariciados por la camiseta, apuntaban hacia los arcos. Era vital, de ojos grandes y recibía a los demás con su mirada.
Hacía un sol primaveral espléndido . Los veladores cubrían los laterales de tan magnífica plaza y los grifos de cerveza daban su máximo rendimiento. Los corazones bombeaban sangre y hormonas de deseo. La conversación era fluida y las miradas furtivas.

Un trago refrescó con satisfacción la garganta de Carla, se inclinó hacia atrás en la silla y desde sus gafas de sol miraba a los chicos y a las parejas. Sin la mirada posesiva de su ex-pareja, se sentía libre de desear y de ser deseada.
Había un continuo trasiego de personas, como una feria gitana donde jóvenes a ritmo de palmas, música y baile se emparejaban...Contemplaba a los demás mientras fumaba sin prisas un cigarrillo.
Con paso seguro y aire despistado, paseaba un chico madurito, que con piel morena recién estrenada movía sus caderas bajo sus jeans. Su ajustada camiseta blanca hacía contraste con su piel y resaltaba su pecho. El pelo muy corto, moteado de blanco por la edad, y unas gafas de sol de diseño que le hacían atractivo pero distante. Aunque ella desde la mesa disfrutaba con seguir sus andares desde el interior de sus gafas, no dejó pasar la oportunidad y subió sus brazos distraídamente, como desperezándose, a la vez que se recogía su abundante pelo en una cola. Se recreaba perezosamente en este gesto luciendo la cara y el torso al sol... Por fin el chico no pudo evitar girar distraídamente su mirada hacia Carla. Tras varias idas y venidas por la plaza, el chico se acercó, entablaron conversación, e iniciaron una jornada de cañas y plaza.

Se medían los gestos, se observaban las manos, la forma de fumar, la respiración, la voz. A menudo la conversación y los gestos iban por caminos distintos, y la atracción flotaba por entre las mesas. Lo pasaban bien comentando a los diversos viandantes, su ropa. Recomponían e inventaban situaciones y relaciones entre ellos, jugaban a emparejarlos y de esta forma compartían sus gustos, la destreza y la picardía para escudriñar las tendencias humanas, y la fuerza de la imagen en la seducción. Fue una jornada deliciosa.

Aquella noche Carla durmió sola, pero repitió a menudo su visita a la plaza donde disfruto de miradas, conversaciones, escarceos, y de gozar sin sentirse sucia ni censurada. Al día siguiente Carla cruzaba la tarde de domingo a través de un campo vestido de encinas, con la música de Nirvana y conduciendo libre como en la película de “Thelma y Louise”

1 comentario:

faustino lobato dijo...

La historia me gusta pero a lo mejor si arreglas estas frases todo se vuelve más fluido:

Así, aquí sobre adjetivos y prodría emplearse un periodo más corto, es decir lo mismo con menos palabras: "Los adoquines marcaban el ritmo de sus jóvenes pechos y sus pezones ,acariciados por la camiseta, apuntaban hacia los arcos"


Igual pasa aquí donde hasta la expresión hayq eu arreglar:"Era vital, de ojos grandes y recibía a los demás con su mirada"

Y sigue con las adjetivaciones que pueden ahorrarse:"magnífica plaza"

Y esta expresión hace falta que los verbos conduerden en tiempo: "se inclinó hacia atrás en la silla y desde sus gafas de sol miraba" Y si no quita la conjunción substituyédola por un punto.




Su ajustada camiseta blanca hacía contraste con su piel y resaltaba su pecho.

De todas maneras, gracias Miguel Angel por compartir. Un abrazote.