Tejas y cal crujen,
el sol golpea.
Los canalones de zinc
se ahogan,
hierve el veneno en
los arácnidos,
su quemazón enloquece.
Dentro el tacto de las sábanas,
el sopor de la digestión.
Un alacrán en la blanca pared
quiebra la siesta.
Su relieve quieto, signo
de dolor y ansiedad.
El aguijón afilado,
traza líneas de terror
por la habitación.
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