
Siento el vértice del cristal, la finitud
que no aprecio. En mis torpezas descubro la caricia
de la calle, la risa
de las farolas, la ironía
del paisaje.
Mientras divago, sigue el desastre
en medio mundo. Un programa absurdo
que olvida el dolor cansino
de los sin nombre
El cristal se ha roto,
todo está plagado de pequeños rostros
y de viento.
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