sábado, 14 de enero de 2012

Ser tiempo...
Oír las hojas muertas del otoño
caer sobre el asfalto. Sentir la lluvia
golpear sobre piedra, arañar el silencio
que la tarde va tejiendo despacio.

Ser tiempo...
Y ahuecar estas manos repletas de vacíos.
Estas manos
que palparon el tedio de las horas caídas,
que anidaron palomas
y aventaron el vuelo del olvido,
que aprendieron a deshojar otoños.

Ser tiempo...
Y pasar sobre las hojas secas.
Existir
como árbol que entrega su raíz a la tierra,
como árbol impuro, mancillado de vientos,
como árbol que aguarda estaciones azules
y habita la soledad callada y convivida.
Existir
como árbol que medra.

Ser tiempo...
Y sabernos desnudos
en esa hora gris de la mirada.
Descarnados de luz, desnudos,
errantes entre las sombras
hacia la noche cierta.

4 comentarios:

Mamen Alegre dijo...

Felicidades Trini, es un poema enorme que he disfrutado con un especial cariño.

Un beso.

faustino lobato dijo...

Felicidades Trinidad por este poema tan contundente. Permíteme unas reflexiones al contenido.

Muy acertada esta anáfora: ser tiempo que nos sitúa en lo tremendo del existencialismo mas heideggeriano. Las idealidades se hacen cercanas en ese tiempo que somos. El tiempo es esa realidad externa que nos envuelve y que en estas estrofas se van desgranando en imágenes. Así, se vuelve oído en la primera estrofa y tacto en la segunda; existencia firme, como la de un árbol, en la tercera y carne desnuda en el ver (mirada), en la última.

Cada estrofa es un poema por sí solo sin embargo, cada una merece un comentario:

En la primera estrofa escoges el sentido del oído (Oír las hojas muertas) para así poder cerrar los ojos y sentir el silencio. Revela intimismo sin connotación romántica, sino el de la búsqueda casi mística del sentido. Las imágenes que se hilan unas a otras ayudan a la búsqueda inquieta de sentido existencial. La imagen central de la lluvia golpeando la piedra o arañando el silencio, solo esta imagen, da idea de la de la fragilidad y de la dureza de la propia vida

En la segunda estrofa el tiempo esencial se hace tacto, ahora con el recurso de horas (que palparon el tedio de las horas), que como hojas en otoño, caen. Las figuras de esta estrofa complementan las imágenes de la estrofa anterior. Si en la primera la existencia estaba en la paradoja vital fragilidad-dureza, en esta es la aceptación del paso (vuelo del olvido) de las cosas donde la memoria ya no es fragilidad sino vacío (deshojar otoños ). Y a pesar de esa negativa existencial la huella de lo aprendido permanece.

Si las dos estrofas primeras nos acercaban a la realidad real esta nos enfrenta a la identidad misma empleando la figura del árbol con todo lo que, religiosa y socialmente, supone esta imagen: árbol de la vida referido al del Paraíso; árbol de la cruz referido al referente cristiano de salvación, etc. Aquí, la figura del árbol marca todas las etapas de la vida: el origen (raíz a la tierra) ese que nuestra existencia reclama continuamente. No queremos vivir sino estamos identificados con esa lógica del sabernos; después la imagen del árbol sigue subrayando el proceso de la madurez que sin querer se macha (mancillado de vientos) en los desaciertos diarios, en los errores; y siguen las figuras en la referecnia del árbol con la siempre juventud que aguarda lo mejor y se ilusiona (estaciones azules) y que al final, ya anciano, terminar por medrar.

En la última estrofa el yo poetico se transforma en un nosotros que vuelve a los sentidos y esta vez para descarnar la carne y volverla a su estado primigenio ( sabernos desnudos) y en la desnudez sufrir el tránsito de las horas (errantes entre las sombras). Al final, como el alma que busca lo cierto, entra en la noche, en la sequedad, como el ritual necesario para volver a empezar.

Con cada una de las estrofas el yo poético nos mantiene en una latente y constante reflexión sobre nuestra existencia pero la referida a aquella con sesgo místico de búsqueda de lo Otro.

Gracias Trini por esta contundencia de tu poema. Su lectura me ha recordado que tengo que retomar a José María Valverde.
Gracias amiga

José Manuel Vivas dijo...

Trini, después del análisis de Tino me queda poco que decir, me ha gustado mucho, en tu linea de emoción y discurso poético. Te echamos de menos el otro día, espero que no se repita... ;-)

Trinidad Ródenas Alcón dijo...

Mamen, gracias por tu fidelidad y tus palabras.
Tino, qué sería de mí sin tus análisis magistrales. Gracias. Sigo aprendiendo de ellos.
Jose.M. yo también os recordé. Ya sabéis mis circunstancias familiares. Gracias y nos vemos prontito