“El poemario Un concierto de sonidos diminutos, se convierte entre las manos en un libreto para seguir una partitura en la que está escrita la vida misma....A ratos( el autor) parece compositor de la partitura; otras veces director de orquesta, de una música que ya existe y él ordena, o incluso en ocasiones espectador como nosotros, o, si me permitís la palabra: “escuchador” atento, dispuesto a la maravilla… simple espectador él también, porque a veces no le queda más remedio y asiste desde fuera al transcurrir caprichoso del tiempo, lo que él tan sabiamente ha nombrado como “la lentitud líquida de los minutos”
Como todos los días
Como todos los días, el mismo barullo
de caras anónimas, el tendero de la esquina,
papeles. todo igual, como cada mañana
obedeciendo al sistema, a esa realidad soportada
que no finge y sigue el curso de los instantes.
Como el agua, deslizas tus dedos
en las lindes de la carne.
Mágico temblor que despeja la oscuridad
al describir paisajes con el roce de la vida.
Como siempre, todo sigue su curso:
el desconcierto,
la traición,
el capricho,
las ilusiones,
la sorpresa;
el amor.
El concierto sin embargo no es de una música atronadora. El título, esos sonidos diminutos, nos van a dar la clave para asomarnos a los poemas: LA CLAVE ES EL SILENCIO CÓMPLICE, porque en medio de ese silencio es donde anidan los secretos, sus momentos de salvación y esos resquicios de luz que encuentra el poeta en la vorágine de los relojes y los calendarios...Una BÚSQUEDA CONSTANTE DE LEVEDAD. Es un poemario muy terrestre, muy aterrizado, anclado a lo cotidiano a veces incluso de manera dolorosa, hundiendo sus raíces en el fango de cada jornada...
Nos invita también A SU CASA, al quehacer poético como un hogar.
Un concierto de sonidos diminutos es también EL RETRATO DE UNA SALVACIÓN, del hallazgo de destellos en medio de una oscura monotonía. El poemario se toca también, el papel se torna en materia viva, esconde pulsiones y en muchas de estas páginas tiembla el placer...
UN EJE QUE ATRAVIESA EL LIBRO, e intuyo que la vida del propio poeta, es EL AMOR, COMO PARTE DE ESA SALVACIÓN. El amor vivido como un milagro...
En el libro, diseccionado en cuatro partes –como si así se pudiese apresar el tiempo- no es casual que EL MEDIODÍA SEA LA PARTE QUE SE PERCIBE MÁS EXTENSA, DILATADA...
En EL CENTRO EXACTO. Ese lugar donde se descubre el hilo que cose las páginas unas a otras, como cosen las palabras la realidad. Pensé: será como el mediodía, el momento central en el que el sol está más alto y más calienta. Cuál fue mi sorpresa al descubrir que en esas páginas, 36 y 37, están dos de mis poemas favoritos. Y paradójicamente, uno habla no del sol, sino de la lluvia. “Llueve”:
La memoria no da para más
cuando veo deslizarse
el gris del temporal
por la imagen de tus cosas.
un desorden con música de fondo.
Llueve.
En medio de esta isla cotidiana
qué sonido me haría reaccionar.
Sigue lloviendo.
Espero que dé la una
para poner el corazón
y la mesa.
tú vuelves, ignoras los detalles.
te beso y afirmo que te adoro.
Cesa de llover.
Para finalizar, ... un poema que me parece una promesa de futuro, y que reflejar una cita de tu libro que dice que “la semilla que se planta en un poema / germina en el siguiente”. Qué mejor manera de terminar la presentación (que con este poema…) Tal vez:
Tal vez la noche disimula
el aire de los rostros
y cose las palabras a los ruidos,
con ese tono de humedad
a punto del abandono.
Tal vez habrá que esperar
uno, tres días,
a que el aire se vuelva sonido
y no dañe el espíritu;
y el agua brote
de los labios de un libro.
(Extracto de la presentación de Un concierto de sonidos diminutos en LA JABONERA, Villanueva de la Serena por Maribel Tena. Profesora de literatura en el IES de Orellana la Vieja)
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