El viernes día 1, siguiendo nuestra costumbre de los “primeros viernes” se tuvo la tertulia de Página 72. Esta vez, Trinidad Ródenas puso en la mesa un denso poemario, unos versos de huida, donde la lucha de contrarios desarrolla una paradoja de lo vital.
Trinidad presentó su creación,
Sigdhá, el hombre solo. Poemas de la huida, diciendo
que este libro “es el resultado de muchas lecturas” y de mucho
tiempo. No es fácil construir 500 versos aunque, como dice nuestra
autora parafraseando a Saramago, “lo primero que surgió fue el
título, después los personajes me fueron llevando hasta el final”.
A pesar de todo es difícil condensar tantos versos.
Para mantener la
coherencia del texto, Trinidad dijo haber encontrado una estructura
donde verter tantos versos y fue en el marco contextual de los
cuatro elementos: Tierra, agua, aire, fuego. Este tratamiento dió
como resultado este poemario a caballo entre la ficción- mitológica y
la realidad-urbana marcando de manera definida las dos partes del
poemario. En la primera parte, la más extensa,la carga mitológica da
fuerza a las metáforas del metarrelato. En la segunda, con poco
mas de cien versos, nuestra poeta resuelve las cuestiones que va
dejando abiertas en la primera.
La
primera parte:
Los versos se entrelazan en la estructura de los cuatro elementos: tierra,agua, aire, fuego, configurando la
personalidad del protagonista, de Sigdhá, el cual, con un tono
especialmente mesiánico, va por un lado, sorteando las dificultades de la noche
sin perder el rastro del camino; o superando las adversidades mas
terribles que, como un mar, le abocan a naufragar; y por otro, a abandonándose a
los deseos imposibles hasta provocarles alas de libertad; o saltando
por encima de la muerte con la purificación del fuego . Así lo anota en los versos cabecera de cada elemento que a su vez lo son
también de los capítulos:
I. Tierra.
Cuando anochezca
se borraran mis
huellas.
Pero aprendí el
camino
y no me perderé.
II. Agua.
No temeré al
naufragio.
Ríos me llevan
a mares sosegados.
III Aire.
Quise volar.
Construí mi deseo
y me nacieron alas.
Alas de aire
para mi cuerpo libre.
IV Fuego.
¡Purifícame, oh,
fuego!
Que tu fulgor aviente
la vida que me resta.
La realidad de los cuatro
elementos sitúa al lector ante la búsqueda, ante la sorpresa
que la propia realidad depara. La mezcla de mito y saber-logos que
este libro tiene lo hacen interesante al mismo tiempo que recortan
las posibilidades de lectura de gran público debido a la densidad de
sus expresiones y por el carácter culto que aparece desde la primera
página,
Con esta obra Trinidad nos hace gustar
de un recorrido
vital
aun con el trasunto de verbos en imperfecto donde la acción se acentúa en sí misma por encima de lo
que ocurre en su alrededor. De esta manera, colocando los versos en
imperfecto de indicativo,nuestra poeta expresa la densidad de la huida al decir: caminaba
despacio/ era larga la
huida; o
subraya la solemnidad del silencio mismo, cuando anota que le
hablaba sin
palabras/ y el silencio más alto llovió sobre sus ojos.
Por otro lado, este poemario, Sigdhá, el hombre solo,
nos adentra en esos limites absurdos de la paradoja, No
dejamos de ser seres contradictorios y desde nuestra propia lucha
interior, llena de contradicciones, nos exigimos lo que no damos o
pretendemos hacer lo que en realidad no hacemos. Nuestra autora
consciente de este ser convulso que es el humano describe a su
personaje anotando:Creció mi cuerpo,flexible como
el junco,/ pero firme y altivo contra el viento
inclemente. O en este otro donde los versos están llenos
de tensión vital
Todo
en mi es soledad,la tierra toda
cruje
bajo mis pies, rompe el silencio
y
al silencio doy gracias, y al silencio me entrego
Nuestra poeta se acerca a la paradoja suma cuando dice del
peregrino, del hombre en huida, que se siente ser todo
y nada en el inmenso.
Y así, poco a poco, versos a verso, el texto acerca al lector a la
tensión interior de la que solo puede nacer bonanza. De esta
forma, se expresa Trinidad cuando dice con tonos mitológicos y casi
pictóricos a lo Boticelli :
Bramaba
el mar
entre
besos de sal y gemidos de hombre.
Como
senos, las olas crecían en su boca,
doblegaba
sus muslos,
horadaba
su cuerpo con un semen de espuma.
Hombre
de mar, mar de hombre en feraz posesión.
Hombre
solo, mar solo en virgen comunión
hacia
el fin de la huida.
La
segunda parte:
Las dificultades
insalvables de la primera parte de la obra se recomponen en la parte final
donde la vida se conjuga.
Cerré el libro y
sentí
que una noche de
insomnio acontecía
tras el punto final.
El hombre solo.
Con los poemas finales,
las metáforas de la primera parte se transforman en realidad urbana
en la que el nuevo Sigdhá dice pisar, como el personaje ficticio, la
tierra que sustenta y la tierra que hunde y beber el agua
limpia de un río que me ahoga. Y
como Sigdhá morder el aire que orea mis pulmones / y
escapa mansamente, furtivo entre mis labios. Todo
un lance programático en la que aparece el rito iniciático de la
vida como lo subrayan los versos finales de este poema:
Me abraso como tú, y
ardo y crezco
en las llamas del
fuego que me acoge.
Es admirable como
Trinidad Rodenas, utilizando algunos argumentos de lo mitológico,de
la mística oriental introduce al lector en un dialogo vital en el
que, a veces las exposiciones narrativas lo ralentizan. Este diálogo
de los personajes hace que el poemario se situé al limite de la
prosa poética. De haber escrito la primera parte en hexametros , como Homero, hubiera
sido algo más que genial. Aunque, a decir verdad, nuestra autora no
tiene la intencionalidad retroactiva de Ruben Darío con su famoso
hexámetro holodactílico: «Ín-cli-tas ra-zas u-bé-rri-mas,
san-gre de Es-pa-ña fe-cun-da». En resumen, fuera de
suposiciones estilísticas, la realidad del presente trabajo es un
ensayo que mereció su discusión en la tertulia. En esta se resaltó,
además de la complejidad de la obra, el esfuerzo, el gran esfuerzo
de nuestra autora, por presentarnos unos versos vitales más allá de
un gusto culto. Así:
Amanezco
Y de nuevo la vida me
encuentra en sus despojos,
desnudo de su carne.
Y de nuevo la vida...
Amante despechada que
sale al paso.
Me rindo a sus
encantos y me humillo ante ella.
Y la sigo, y me
arrastro,
y pruebo sus filtros
de ancíbar y melaza,
y paso, junto a ella,
por cárceles y fugas,
por la piel de la
historia, por los bordes del verso.
Y pasaré, como ella,
cuando las fuerzas me venzan:
El final de la huida.
Y en este encuentro de la
vida en sí misma, Trinidad incluye los previos de sus versos en los
que, de una manera didáctica, subraya las inquietudes:
Y llego tarde.
Soy uno más y nada me
distingue.
Uno más en la lucha,
uno más en la búsqueda,
y llego tarde, siento
que llego tarde a las victorias
que celebran los
otros.
Oigo silbar el tren
del último minuto.
¿Habrá asientos
vacíos ?
¿Por qué no se
detiene y se aleja sin mí?
Las
perdidas son, al mismo tiempo, encuentros con el limite de lo vital y más allá de un
simple remedo del espacio la soledad se convierte en la ascesis necesaria para
crecer como un hombre solo
que atraviesa el
portal sin despedirse,
con el abrazo ausente;
que renace y renace en
el asfalto
con el traje diario de
pasar sin ser visto;
que emprende la
andadura por calles aprendidas,
en busca de un espacio
entre todos y nadie.
Gracias
a Trini, por su poemario. Una vez más, se comprueba que escribir requiere
silencio además de una buena dosis de paciencia y humildad. Al
escritor se le resisten las veleidades y las estrecheces de miras,
las mediocridades no caben. Gracias porque con este poemario nos
lanzas a esta mística del aguardar las palabras, las letras, en el
silencio de los días tal vez con la inquietud de la huida que al fin
y al cabo,es búsqueda interior desde la que poder decir con el
personaje del metarrelato poético, Vivo llegando.
3 comentarios:
Gracias, Tino. Si alguna vez fui bello y fui bueno, también te lo debo a ti. Sigdhá.
Gracias a ti, Trini, lo reitero, gracias por estar ahï y compartir tus tesoros.
Tino,como siempre lo clavas, tus análisis dan vida a este blog y a estos tertulianos/as... Y reitero, también, que nuestra querida Trini nos ofreció un regalo de sensibilidad y poesía de alto calibre... como siempre (y no es peloteo, es la realidad). Un abrazo a todos/as
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