domingo, 17 de febrero de 2013

Del amor importuno o la existencia...


     

          Hace unos días nuestro compañero y tertuliano Jose Manuel Vivasnos invitaba a leer un poema en su blog, que abajo coloco mientra lo comento. Este poema, interesante y rompedor,  tiene unas características particulares que me gustaría poner en común con todos. Para ser más didáctico y no perderme voy a considerarlo en  cuanto a la estructura, la forma y en cuanto al contenido, el fondo.

           Respecto de la estructura:
Seis estrofas de versos blancos sin definición de número. No se repara si los versos son octosílabos o endecasílabos. Es poco importante, al menos así lo destaca su autor en este jardin ingles de palabras construido fuera de toda medida. Lo realmente importante es la musicalidad indistintamente de la medida.
La temporalidad de los verbos de las primeras estrofas está notada por el futuro, en una continua huida del presente: Llegará, marcará, apretará.


Ahora sólo duele un poco
pero llegará el día que el dolor sea insoportable
que su mordedura de fiebres y espasmos
marcará mi piel y apretará mis dientes
Será un abrir de carnes y ojos desencajados
del grito en el corazón y las manos en puños vivos


Será el duelo de las noches de insomnio 
del sudor en las sábanas
y el despojo descontrolado
de este hombre en guerra 
con sus designios

El contraste lo marca el poeta a partir de la tercera estrofa donde la pausa del presente arranca con un adverbio y una conjunción para reafirmar la condición del día doloroso y las ausencias trabadas en una cascada de verbos imperativos: sacrifica, apaga, desobedece para resaltar, así,  la realidad terrible de la vida que pasa.


Entonces
cuando sea el día del dolor y la ausencia
no tengas piedad con este cuerpo en desahucio
con su impuesto descalabro
y sacrifica mi carne y mi memoria
como se hace con los caballos heridos
y los perros moribundos

Entonces
aplica el veneno sin demora
apaga las máquinas
desobedece las plegarias
alíate con la muerte
si es preciso
y dame descanso
prívame del desorden de mi sangre
y desenchufa mi corazón de este vivir
en agonía 

              En las dos últimas estrofas, engarzadas también con notas adverbiales del aun, surgen la presencia del recuerdo, de los sentidos:

No esperes demasiado
imploro a tu amor y tu ternura
desconéctame ahora
que aún resido en mi recuerdo
que aún aguanto tu mano
y me sostengo en tu mirada

Prefiero la oscuridad perenne 
la infinitud del silencio
a este batallar inútil y sangriento
esta derrota de sombras que avanzan
y descomponen todo cuanto quise
todo lo que aún me mantiene
plegado a tus abrazos
sumido en la espesura
de este paciente amor importuno

            Respecto del contenido:
Es una apuesta valiente por una poesía existencial, vital y  nihilista, en el hecho de decir no a lo débil y mantenerse en un estado de voluntad de poder, que es querer. Este final de eutanasia apuntada, el poeta lo muestra en un instante de lucidez  argumentando con el contraste de un ahora, mientras reside la cordura del “recuerdo”, y un futuro incierto de un “batallar inútil” y de “derrota”. Es interesante como el yo poético lleva al lector a una visión total de la dignidad del ser humano, similar a la del samurai que prefiere el harakiri del honor.

Por otro lado, no trata el poema de una perspectiva resignada de la vida sino de una forma de mirar el lado no acostumbrado, esa perspectiva en la que el ser humano, a veces, se instala y por vergüenza ante el entorno no comenta. Por esto mismo, el poeta ahorra dramatismo a la visión desesperada del presente con el lirismo de algunas metáforas. El ahora de un dolor soportable es comparado con otros momentos futuros, cuando este dolor sea “mordedura de fiebre”, “duelo nocturno”, un “hombre en guerra” con el destino.

            En realidad, los versos llevan al lector a una visión del ser humano que tiende a la dignidad de un ser dueño y no esclavo del sin-remedio. La petición, que viene en las estrofas centrales, marca de forma imperativa un sentido hedonista que escapa de toda resignación estoica. El yo poético deambula entre esas peticiones imperativas, donde la ataraxia, el ahorro del dolor, es la protagonista. Los versos aluden a una condición para que el amor vital surja ante el desastre de la fragilidad humana. Por ello, ruega, en pleno uso de la libertad y por encima de cualquier oportunismo ideológico, que cuando suceda no se tenga piedad en el hecho de sacrificar hasta lo último.Nietzsche daría su aprobación ante el vitalismo de estos versos. 

La dignidad del hombre, resuelta en la última estrofa nos da la medida de la libertad a la que se aspira a la de la oscuridad y el silencio  de la muerte antes que la vida inútil que descompone todo lo que se ama.

No estamos acostumbrados a que nadie nos hable desde  una actitud socrática o nihilista superponiendo la dignidad personal a la costumbre de los parámetros sociales marcados.

Jose Manuel enhorabuena por esta forma de poetizar y trabar versos y palabras dedicados a los pacientes cuidadores de enfermos terminales. Gracias por compartir este poema

1 comentario:

José Manuel Vivas dijo...

Muchas gracias Tino por tu extenso, medido y estructurado comentario. Lo cierto es que has metido el dedo en la herida y has profundizado hasta el corazón mismo del poema. Tu visión es, además de hermosa, muy acertada, y no puedo más que valorar en mucho el esfuerzo que, estoy convencido, te ha supuesto el análisis pormenorizado y la emoción contenida. Un abrazo y de nuevo muchas gracias.