Tras la puerta siempre hay alguien que llama,
puños que golpean la madera concienzudamente
y a veces nos nombra,
despacio, como en un susurro;
y luego se marcha escaleras abajo,
dejando un ronco golpeo de zapatos viejos,
de tacones gastados;
y llega al zaguán y cierra la puerta,
y no vuelve más en todo el día.
Desde la ventana entreabierta,
tras el visillo gris del frío,
vemos alejarse por la calle mojada
su figura tibia,
el contorno desleal de su estatura.
Mañana volverá a golpear la puerta
con sus nudillos heridos,
en un empeño animal inescrutable;
y su sombra volverá a marcharse
escaleras abajo,
dejando en el felpudo de la puerta
un reguero de silencios y dudas,
la huella inconsciente de un tiempo perdido
que nos deshabita.
2 comentarios:
¿Es todo una metáfora? ?Se refiere al tiempo?
María, es cierto, es una enorme metáfora, o intenta serlo, y no sólo del tiempo, sino de las oportunidades, de las ocasiones en que esperamos algo (o alguien) con deseo, y al final el miedo (o la cobardía) nos hace mantener la puerta cerrada mientras observamos como se aleja la sombra calle abajo... (la vida, el amor, la muerte...)
Publicar un comentario